Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Leyendas de Murcia: El Diablo a las Espaldas


Cuentan los murcianos que a la actual calle de Polo de Medina se la conocía antiguamente con el nombre de calle del Cabrito desde el día en que sucedieron los hechos que aquí voy a relatar.

Juana, la mujer del zapatero, se encontraba atareada con la preparación de la cena por el día de San Crispín, patrón del gremio mientras rezaba para que su marido llegara a tiempo de acompañarla a la mesa.

El artesano del calzado, entró en casa y rechazó la cena alegando que el gremio lo había invitado a dar cuenta de unas cabezas de cordero asadas en la calle del Horno.

La mujer indignada ante tal humillación intentó detenerlo pero un forcejeo con su marido provocó su caída al suelo mientras el marido le espetaba con sarcasmo:

- ¡Quédate con Dios, mujer!


Ella todavía en el suelo le replicó:

- ¡Y tú, vete con el demonio!


La fiesta se alargó hasta lo indescriptible y las rondas de vino y comida parecían querer acabar con las existencias del establecimiento.

Pero finalmente se dio por terminada la velada y cada uno de ellos fue volviendo a sus casas.

El maestro zapatero Juan, regresaba a la suya con el miedo a las represalias por parte de su mujer por el trato que le había dado y sumergido en sus pensamientos no fue consciente de lo oscura que era la noche.

Las campanadas de la Catedral sonaron y marcaron las tres de la mañana, la hora maldita en la que dicen que ocurren todas las cosas demoníacas.

A pocos metros de sus pies, algo le llamó la atención.

Primero pensó que podría ser un animal de compañía e intentó espantarlo con alguna que otra pedrada que lanzó al azar sobre las sombras.

Pero luego se percató que se trataba de algo más inocente y suculento.

Un pequeño cabrito le salió al paso manso y soberbio.

El zapatero dudaba si llevárselo consigo o dejarlo allí mismo.

Pero el animalico le seguía y le cerraba el paso.

Así que finalmente, con la alegría que regala el vino en las entrañas, no pensó en otra cosa que en echárselo a los hombros para llevárselo a su casa.

Aún no había salido del callejón del Horno cuando sintió que el peso del animal había aumentado. Parecía que con cada paso que daba, el peso subía.

Como la noches anteriores habían sido húmedas y algo lluviosas, se habían formado algunos charcos, al pasar sobre uno de ellos, vio en el reflejo del agua que lo que tenía a las espaldas difería completamente de un animal inocente, un hombre vestido de negro con un rostro monstruoso y cornudo había ocupado el lugar del animalico.

El susto fue tan horrible que el mozo perdió el sentido y cayó de bruces.

No despertó hasta que lo encontraron mal herido pero vivo a la mañana siguiente.

Pero la anécdota se propagó por toda la región y pocos días después la Calle del Horno fue llamada La calle del Cabrito y así consta desde 1760 en los viejos documentos.


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