Corría el año 1331.
Hasta nuestros territorios habían llegado las excelencias
del Héroe del Reino de Granada.
La historia de un cautivo que había pasado de cristiano
sometido a una vida miserable a la de héroe local que con sus exitosas campañas
y sus triunfos para la Corona granadina se extendían como la pólvora a través de
los versos cantados de los juglares.
Por eso no es de extrañar el temor que sentimos en la
comarca cuando supimos que ese hombre legendario que arrasaba todo lo que se interponía
a su paso, que calcinaba las cosechas por los lugares por donde su sombra había
pasado estaba muy cerca de Orihuela con la intención de arrasarla.
Gracias a Dios, aún teníamos un as en la manga. Nuestro
castillo tenía fama de ser inexpugnable.
Su ejército de impecable organización, bien armado y compuesto por un interminable número de
soldados se dirigía hacia territorio oriolano con muy malas intenciones.
Los espías infiltrados en las aljamas sarracenas de la
procuración habían dejado bien claro a Ridwan y a sus secuaces que Orihuela no
se encontraba en un buen momento.
Atravesaron sin descanso la zona murciana y se dirigieron
hacia el puerto de Guardamar que por aquella época era uno de los más importantes
de España.
El grupo de los 27 estaba compuesto por lanceros y
ballesteros de las más hábiles del reino.
Los habitantes de Orihuela casi respiraron aliviados al
saber que los pasos del enemigo no se dirigían directamente sobre la ciudad
pero el miedo que les generaba la figura y el nombre del granadino era tan
superior que ninguno podía conciliar el sueño.
Todos sabían lo que significaba aquella ofensiva, Guardamar
estaba perdida.
Pero de entre los ciudadanos de la Orihuela medieval surgió
un hombre de origen murciano llamado Pedro de Tona, un almogávar estricto en
sus convicciones que supo reunir una pequeña fuerza de combate almogávar compuesto
por veintisiete de los mejores hombres de armas que habitaban Orihuela.
Y juntos decidieron acudir al rescate de la pequeña
población de Guardamar.
Todos sabían que se dirigían hacia el cumplimiento de una
misión suicida que como mucho sólo les daría por recompensa que sus nombres
fueran tallados en la piedra como los de tantos mártires y héroes que habían
luchado por una causa perdida.
Aprovechando la oscuridad de la noche atravesaron por
sorpresa las líneas enemigas.
El ejército invasor no se esperaba una acción tan inverosímil
que tacharon de locura.
Con la ayuda de los 27 empezó la batalla.
El ejército invasor que los superaba en número, armamento
y ordenación necesitó de 2 días para
hacerse con la plaza.
No se esperaban que la lucha fuese tan cruenta al haber dado
por hecho que la conquista del territorio ansiado era cuestión de unas horas.
Pero los nobles hombres oriolanos lucharon a muerte contra
sus enemigos sin descanso, sin temor, animados de una sensación de gloria
tocada por el altísimo que los llamaba a las puertas del cielo y de la
historia.
Esta batalla será recordada por los siglos venideros.
Aquellos 27 hombres hicieron tanto daños a las tropas
enemigas que Ridwan estuvo a punto de cancelar el ataque y regresar en busca de
otros botines.
Pero finalmente se impuso la lógica del combate y la superioridad
numérica se hizo efectiva al contar con ventajas tácticas y de armamento de asedio.
22 de los 27 hombres valientes fueron masacrados durante el
combate dando sus vidas por la ciudad de Guardamar.
El resto, junto con Pedro de Tona fueron capturados vivos
cuando por fin consiguieron aprovechar una brecha en las defensas y se hicieron
con la ansiada plaza. (En total se habla de 1200 presos).
Fueron llevados como cautivos a Granada para que fueran
avergonzados y humillados por haber osado enfrentarse contra el Reino
Granadino.
Y aquí les perdemos la pista a estos valerosos héroes que
lucharon al más puro estilo de los 300 espartanos.
Qué injusto es el cine cuando ennoblecen el nombre de
aquellos 300 que perecieron y olvidan a
caso hecho el valor que los 27 oriolanos mostraron ante un invasor implacable y
superior en todos sus aspectos.
FUENTE:
LOS ALMOGÁVARES Aventura y guerra en Orihuela de Juan Ignacio Caballero
RUBIRA, POR FAVOR , RUBIRA
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