Álbum musical destacado por la página web oficial de la Universidad Nacional de Educación Pública Estatal Española (UNED). Apartado dedicado a MIGUEL HERNÁNDEZ, "Poemas musicalizados y discografía". Incluído también en la obra literaria del escritor y colaborador de Radio Nacional de España Fernando González Lucini, "MIGUEL HERNÁNDEZ ...Y su palabra se hizo música".

viernes, 17 de marzo de 2017

¿Por qué Canto Foral y no Forat?

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El embajador de D. Pedro el Cruel se presentó con bandera blanca ante las murallas que están entre Sto. Domingo y S. Antón y pidió parlamento a los defensores de la Ciudad.

Concedido, se dispuso el traslado del embajador, con los ojos vendados, al interior de las defensas.

El sitio designado para la conferencia fué el hueco del Canto Forat. En aquel tiempo de las catapultas, arietes, brigolas, escudos y espadones, el peñón de la calle de Arriba era inexpugnable.

Por esta razón y por su posíción atalayadora eran desde allí dirigidas las operaciones de la parte de levante.

Introducido en el hueco el embajador, fueron corridas completamente unas tupidas cortinas que disimulaban al exterior el horadamiento del peñón y convertían la oquedad en un recinto cerrado.

Encendieron un viejo candil y quitaron entonces el vendaje al embajador.


Al verse éste en un cueva oscura esclamó irritado ante el jefe de la Guardia.

- ¡Oriolano, esto es una mazmorra! ¡Mi rey tomará venganza de está humillación! 


El Jefe de la Guardia qué había recibido orden de tratar cortésmente al embajador contestóle muy blandamente en la jerga aragonesa que entonces se hablaba en Orihuela:

- . . Esto, señoret, no es una mazmorra, es un forat. 


- Maldito hi de tal
- gritó altivo el castellano. - ¿Qué es eso del foral?

El oriolano se olvidó del mandato de sus Jefes, se irguió, empuñó la espada y bramando de coraje rugió:

- Forat es lo que face mi espada!

- ¡Téngase quieto!
-gritó el Jefe de la legación oriolana que en aquel momento apareció por la parte norte, tomando del brazo al guardia cuando ya iba a atravesar al castellano.

- Esto, señor -dijo volviéndose al legado del Cruel, - es nuestra atalaya del Canto Forat...iVed!-... y mandó descorrer la cortina que tapaba la soberbia vista dominadora de parte de la ciudad y de la espléndida vega.

- ¡Noble oriolano! -exclamó asombrado por la grandiosidad del paisaje el de Castilla. - Diré a mí Rey que vuestro Canto Foral tiene un balcón más hermoso que todos los de su reino... 

- ¡Ah! pero decid también a vuestro Rey -replicó el de Orihuela, -que mientras quede en esta Ciudad una espada sin romper no pondrá él los pies en este balcón... 

….........................

- Da cuenta de tu misión -dijo el rey D. Pedro a su embajador.

- Señor, -contestó el legado, tan sólo os puedo decir que he visto el balcón más hermoso del mundo defendido por los hombres más fieros de la tierra...

¿Qué han respuesto a tus proposiciones?

-Me han jurado que en ese balcón no pondreis vos los pies....

- ¿Donde está ese balcón?


- En el Canto Foral 


Y fué entonces cuando el Rey castellano lanzó sus huestes en ataque desesperado contra las fortalezas oriolanas.


Pero no pudo en aquella ni en otras sucesivas embestidas llegar al balcón deseado. Por eso cuando forzando la puerta de Elche y del Salvador entró en la Ciudad y se adueñó de las calles desoladas y solitarias dijo:

- Añadid al escudo de esta heróica Ciudad estas palabras: “Vuestras espadas siempre han prevalecido”.

Y os fama que el Rey admirado de valentía de los defensores, volviéndose al intrépido Jefe de la legación oríolana a que rechazó la paz le díjo:

—Para que el juramento de Vuesa Merced se cumpla no pisaré vuestro balcón; su nombre de Foral sea recuerdo del Fuero privilegiado que doy a Orihuela... 


Y desde entonces aquel Canto se ha llamado Foral.

Suba, suba usted allí, amigo, cierre los ojos, haga un poco de meditación sobre el glorioso pasado de la ciudad, y luego asómese al exterior que da al mediodía y opinará ciertamente que no hay vista corno aquella, porque allí la visión panorámica y la visión histórica se juntan para darnos el cuadro mejor que es el de la vírilidad oriolana a la que sirve de marco la verde esmeralda de la vega, engastada en las duras sierras de granito.





A. Hernán 







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