Al principio de los tiempos, era este pájaro un ser humilde
que formaba parte de un grupo de animales que eran poco agraciados en cuanto a
su aspecto.
Cuando se veían reflejados a sí mismos en las aguas cercanas del
río, quedaban decepcionados y sentían envidia por los colores vivos que lucían
el resto de los animales de la creación.
Descontentos de su envoltura, se reunieron en secreto a
espaldas del Dios para cuchichear y planearon pedirle una audiencia para
exponer su desencanto por el mal aspecto que ellos creían tener.
Dios acudió a su llamada y les dejó hablar. Aunque más que
hablar aquello fue un montón de quejas y gimoteos de animales que estaban
descontentos con su aspecto.
Al terminar la exposición, Dios guardó silencio haciéndoles
sentir muy incómodos para que en ese espacio reflexionaran y pensaran lo que
estaban expresando.
Como ninguno parecía percatarse de la gravedad de la
situación, Dios hizo un movimiento con su mano y los seres que allí se habían
agrupado en comitiva perecieron fulminados.
Los ojos de Dios se posaron sobre un pájaro discreto de
color gris ceniza y negro que nada había tenido que ver con lo que allí se
había derivado.
Este animal que también lucía colores tristes y apagados se
consideraba satisfecho con el milagro de haber sido creado y no había querido
participar en aquella exposición.
Entonces Dios lo señaló con su dedo y le dijo:
- Tú, que eres pájaro de bien. Desde hoy te convertirás en mi
mensajero y lucirás con los rayos divinos de mi poder y con ellos harás frente a
las fuerzas de las tinieblas pues serás símbolo del pensamiento entre los
hombres ya que a través de ti hablaré con ellos.
- Tu sola presencia en los cielos será signo de buena nueva.
Y dicho esto, Dios se marchó mientras los rayos del sol
tocaron el plumaje del Oriol y parte de su cuerpo se vistió de un hermosísimo
color dorado.
El pájaro levantó el vuelo y dejándose llevar por el maravilloso canto de la belleza de la naturaleza se posó en un árbol situado en una montaña que tenía a su lado un río.
Los pobladores del lugar, encantados ante la belleza del ave decidieron adoptar en su honor un nombre semejante.
Desde entonces, la comarca fue conocida como Oriola.
El pájaro levantó el vuelo y dejándose llevar por el maravilloso canto de la belleza de la naturaleza se posó en un árbol situado en una montaña que tenía a su lado un río.
Los pobladores del lugar, encantados ante la belleza del ave decidieron adoptar en su honor un nombre semejante.
Desde entonces, la comarca fue conocida como Oriola.
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