Un hombre de aspecto descuidado, perdido en sus cavilaciones, permanecía imperturbable en el interior del geriátrico de Orihuela.
Exuperancio Galiana Díaz se llamaba.
Originario de Quintanar de la Orden donde nació en el año
1931, marchó siendo un adolescente a Mataró.
Durante un combate de boxeo, como público por primera vez, se
sintió tan molesto que tuvo que apartar los ojos.
Poco sabía él de que su destino iba a estar ligado para
siempre con este arte.
En 1950, se apuntó para participar en los Campeonatos de
Cataluña de Boxeo amateur en la categoría de los pesos pluma.
En 1954 se hizo con el Campeonato de España en esa misma
disciplina pero ya como profesional.
Animado por sus victorias y trofeos decide subir de
categoría y compite a partir de ese momento en peso ligero, consiguiendo una
nueva victoria como Campeón de España después de derrotar al famoso Ángel
García.
En 1955 viaja a París en donde logra proclamarse Campeón de
Europa enfrentándose tanto a boxeadores como a los jueces que ya por aquel
entonces mostraban su rencor a los deportistas españoles.
Algunos críticos decentes de la capital francesa empezaron a
denominar a nuestro boxeador como el “Toreador del Ring” al lucir en los
combates una técnica elegante y depurada con la que conseguía deshacerse de sus
rivales con facilidad. Su domino sobre los pasos laterales y las fintas era
elogiable dejando en evidencia a sus contrincantes que caían repetidamente en
sus propios embistes al vacío.
Fue un héroe, un ídolo de masas que atraía a cientos de
seguidores que en pocas horas agotaban las entradas de este boxeador que si
fuéramos justos podríamos considerar como el mejor del mundo.
Exuperancio Galiana Díaz se retiró con 154 victorias (90 por
K.O.), 22 derrotas (5 por K.O.) y 13 combates nulos, y habiendo conquistado el
Título de Campeón de España y Campeón de Europa.
Su muerte se produjo alrededor de las 17.00 horas en una
residencia geriátrica de la localidad alicantina de Orihuela, en la que vivió
los últimos años debido a la enfermedad de Alzheimer que padecía.
Acabó sus días, a los 74 años por culpa de una neumonía, en Orihuela. Casi nadie le
recordaba ya. Ni siquiera él, borrada su memoria por el Alzheimer.
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