El 12 de septiembre de 1989, en la abadía cisterciense de Cóbreces, de Cantabria, sonó el teléfono.
Uno de los monjes, se acercó raudo al aparato y lo descolgó,
Al otro lado de la línea, silencio.
- ¡Oíga!
Nada, ni tan siquiera una respiración.
Un clic y se cortó la comunicación.
Este hecho se estuvo repitiendo hasta el día 29 de septiembre.
Al llegar la noche, el aparato volvió a emitir su sonido característico y Rafel Mira, originario de Almoradí fue el que se decidió a descolgar el teléfono.
Se escuchó entonces una voz lejana y de aspecto metálico, como esas que tienen las personas que han sido operadas de laringe.
La voz se identificó:
- ¡Soy El Abuelo!
Y a continuación, felicitó a Rafael.
Rafael |
Se trataba de la voz de su padre, el que había fallecido años antes, el 12 de septiembre de 1985, y al que todos en Almoradí conocían con el apodo de “El Abuelo”.
Rafael recibió la llamada espectral de su padre desde la tumba para recordarle que su muerte había sido en ese mismo mes y que deseaba desde el más allá que su hijo no olvidase ese dato.
Este relato fue publicado en el libro “Estoy bien” de J.J. Benitez.
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